martes, noviembre 28, 2006
Callen la chicharra en mi cabeza, que no me puedo escuchar...






Es realmente desalentador, pero creo que el trabajo que tengo está agotando las energías vitales hasta el punto que no se me ocurre ninguna idea, por lo menos una creativa. Tanto tiempo he vivido creando mundos incesantemente en mi cabeza, dejándolos perder en las tinieblas de mi olvido, y ahora, al poco tiempo que he comenzado a corporizarlos, me veo cayendo en la espiral dolorosa de la seca, la amenazadora sequía del alma. No es que lo perdido, ni lo corporizado tampoco, hubiera sido tan importante como para ser extrañado, pero es mío, y algun cariño les debo por la alegría que me han dado, sea temporal, sea más permanente. Siento una tiniebla rozar mi cabeza, y una lágrima ilusoria, imaginaria, irreal y sensible, parece caer por miedo a lo que puede llegar, a ese tren que deja escuchar su sonido pero aún no aparece en el horizonte. Da algo de miedo, y mi primera reacción es irme de aquí, ser vagabundo, homeless, atorrante, pedigüeño, caminante; pero con mis mundos intactos, sin tener la sensación ominosa de que mi mundo real pueda llegar a asfixiarlos.

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jueves, noviembre 23, 2006
XXX.clarin.com
Ultimo Momento
15:58 Voleibol: Argentina encara una parada durísima


Sin palabras. Se ve que los redactores de Clarín la pasan bomba titulando... Son unos vivos bárbaros.

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suspiro exagerado de Juansolo como a las 19:17 | Permalink | 3 comentarios
Vaya semanita...
San la Muerte se levantó la semana pasada de mal humor y le agarró un ataque de divismo:
  1. Julio Ramos
  2. Saúl Ubaldini
  3. Jack Palance
  4. Robert Altmann
  5. Phillippe Noiret
  6. ....?

Espero que se haya saciado, porque va levantando la puntería...

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suspiro exagerado de Juansolo como a las 19:00 | Permalink | 4 comentarios
Reflexiones ante los rayos catódicos
Ayer estuve viendo tele.

Uno.

En este último tiempo, el programa que más me gusta (cuando lo agarro) es Sin Reservas, por Travel & Living con Anthony Bourdain. Más allá del buenísimo trabajo que tiene el tipo (viajar por el mundo y comer -- no bichos a lo Marley), tiene mucha onda el tipo, un grosso. Un tipo que viaja a París, y el primer día sale del hotel y se va a desayunar a un bar, a desayunar en serio, no las porquerías que comen los yanquis, café con leche con medialunas, y a fumarse un pucho... En estos días están dando el programa en la India.

Dos.

Greenpeace. Cada día grinpis me parece más trucho. Una empresa con fines de lucro, es. Ayer en el noticiero mostraron el acto que hicieron frente al congreso en contra del desmonte. Los carteles bonitos, las motosierras y los overoles hechos para la ocasión les debe haber salido un dineral. Y que loghraron? Nada, por supuesto. Van, hacen su show y después no queda rastro, salvo la nota en la tele y en los diarios, para que después lo vean todos y un grupo grande diga: "Ah... mirá como se preocupan... Les voy a donar $2 por mes, total..." Y esos 2 pesos se hacen cientos de miles y... andá saber quienes embolsan eso... No, Greenpeace, a mi no me engañás...

Tres.

Y a la noche... Discovery Channel. Y me pregunto... porqué los arqueólogos son tan esquemáticos? Todos vestidos iguales: bermudas caqui, chaleco sin mangas con cientos de bolsillos caqui, gorrita/sombrero al tono, y, si tiene sus años, pipa. Ni hablar de la clásica barba candado (puto cantado). Es su uniforme. Por qué? No tengo la más puta idea. Como broche de oro, el capanga de la arqueología egipcia, artista exclusivo de Discovery, el egipcio Zahi Hawass, concluye (después de mucho ruido y pocas nueces) que está convencido de que la momia que encontraron era la madre de Tut-ankh-Amón porque sus máscaras funerarias son muy parecidas, lo que para él es "prueba fehaciente". En esa línea, Soy un desastre está en condiciones de afirmar, sin lugar a dudas, que, debido al asombroso parecido entre Bill Murray y James Beluschi, estos dos actores son hermanos.

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martes, noviembre 21, 2006
Cierta nostalgia del infierno
Hicieron hace poco dos años desde que me vine a vivir a Rosario. Y pese a que estoy muy contento acá, en este tiempo he podido encontrar unos muy pocos 'detalles' en los que Rosario se diferencia de Buenos Aires, y que extraño de aquél infierno. A saber:

  • Los colectiveros. No se si será porque la mayoría de los colectivos acá tienen el motor adelante, porque los colectiveros en general no saben manejar, o porque simplemente son unos sádicos hijos de mil puta, lo cierto es que cada vez que me subo a un colectivo pasa lo mismo. Me subo. Cuando encaro la máquina para ponerle las monedas, el colectivo arranca a mil por hora, impulsándomè hacia atrás con mucha fuerza. Cuando, finalmente, agarrándomè del barral y haciendo fuerza con el cuerpo hacia delante pude vencer la inercia hacia atrás y estoy estabilizado, el colectivero del orto frena de repente y me manda hacia delante para estrolarme contra los fierros de la entrada o contra otras personas. En medio de todo eso, pude poner la moneda en la máquina, llevarme mi boleto, e correrme hacia el interior, putiando con todo mi ser al colectivero, sus parientes, al diseñador del colectivo y sus parientes. Y a otros parientes de otras personas, ya que estamos.
  • Los/las mozos/as. Si hay algo que me altera los nervios de Rosario es la pachorra de los mozos y las mozas (les mozes?) para atender. Podés quedarte horas entre que entrás a un bar para 'un cafecito/coquita/pollito al horno con papas rapidito y sigo' y salís, apurado y putiando a todo el mundo porque se te hizo tarde. Siempre lo mismo: me siento a la mesa y me pongo a leer el diario. A las dos páginas empiezo a mirar alrededor porque estoy ansioso que todavía no me tomaron el pedido; la moza está dando vueltas por algún lado pero no me ve. Cuando se acerca la moza, la miro con alegría ('al fin me va a tomar el pedido!')... no. Tiene que tomar dos pedidos antes, de gente que llegó antes que yo. Me sube la bronca y pienso la primera putiadita. Finalmente, al rato, me toma el pedido. Ya está? terminó la odisea? no. Ahora tenés que esperar un rato largo más hasta que te traen el café con leche (y ni te cuento si pediste un carlitos!). Al final, siempre termino apurándomè, por lo que las medialunas se terminan atragantadas...
  • El cosito de la pizza. Pero lo que más me molesta, hasta el punto de irme a dormir embroncado, es que en la gran mayoría de las pizzerías el 'trípode plástico en forma de mesita' lo ponen al revés. No se por qué, pero lo ponen con el circulito de plástico para abajo y las patitas para arriba, por lo cual el coso pierde completamente su función: si apoyás algo pesado arriba, las patitas se abren y la tapa dela caja se enchastra toda en la muzza. Y lo peor de todo es sacar el circulito de plástico dentre la muzzarela... Realmente no entiendo por qué es así. Si alguien me puede explicar por qué, se lo agradezco. Pero no tiene lógica, si es mucho más lógico poner las patitas en el queso y que la mesita sostenga el cartón, y no al revés... Si alguna vez me vuelvo loco por algo, seguramente será por esto.

En fin. Tres cositas nomás. O sea: no extraño Buenos Aires, prefiero Rosario toooooda la vida.

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jueves, noviembre 16, 2006
Guarda la piedra!!!!, Ahhhh!!!! la piedraaa!!!!, vol. 2
Y ayer cayó granizo en Rosario. Un piedra tremenda. Hubo mas de 100 heridos, miles de vidrios rotos, y en la esquina de mi casa se cayó un pared. la verdulera de la esquina salió en Telenoche. Histeria colectiva y muchos evacuados de barrios marginales.

(Addenda porque el miércoles se mojó tanto la oficina que se me cagó el teclado y escribir las tres frases bobas que puse ayer me costó un güevo y la mitad del otro): Y mientras caían las piedras, yo contentísimo viendo todo por la ventana. Cuando paró, yo, ajenísimo a todo, me senté junto a la ventana del balcón abierta a leer un libro. Como se oían ruidos de vidrios, salí al balcón, para ver la hectombe, la debacle total: se cayó la pared de la terraza de un edificio nuevo (hecho como el orto) que se terminó hace poquito, sobre la vereda haciendo bosta un auto.

No es para tanto....

El conductor del noticiero de canal 5 (Telefé) se recontra fue al carajo: en los títulos calificó a Rosario como 'ciudad en ruinas'. Cual Beirut luego de los bombardeos israelíes. Andá!

Imagenes YA!





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miércoles, noviembre 15, 2006
He-Man
Me da cierta cosita tener una cuenta en She-Male.

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martes, noviembre 14, 2006
Sobre las hegemonías.
Para comenzar, lo que sigue es un trabajo presentado en mayo de 2005 para la materia Introducción a la Problemática Histórica. La consigna era analizar el concepto de hegemonía del italiano Antonio Gramsci.

Hete aquí:

Desde la publicación de los cuadernos de la cárcel, a fines de la década de 1940 por el Partido Comunista Italiano, y más todavía desde su “descubrimiento” por el resto del mundo a partir de al década de 1960, el concepto de hegemonía, desarrollado por Gramsci fue analizado por los más diversos autores y corrientes de pensamiento. Así surgieron las antinomias y los usos, que convirtieron a Gramsci en soporte de todas las corrientes.

Sin embargo, el problema, a mi entender, es que todos sus intérpretes buscaron siempre un significado unívoco del concepto gramsciano de hegemonía. Un concepto que en realidad son dos conceptos distintos, parte de una misma categoría de análisis de las relaciones interclase. Así, Gramsci determina una hegemonía desarrollada en el marco amplio de la sociedad civil occidental, en la que la burguesía, como clase dominante, ejerce una hegemonía, entendida como dominación, sobre las clases oprimidas, por medio del consenso (o del consenso y la coerción, según el período histórico, el nivel de desarrollo de la sociedad en que se da la hegemonía, o según el momento en que leamos a Gramsci), de forma de mantener al proletariado alejado de su conciencia de clase, “ilusionados” en que la democracia representativa podrá permitirles alcanzar el gobierno y lograr la reforma de la sociedad hacia formas socialistas. Por otro lado, Gramsci desarrolla un segundo significado de hegemonía, esta vez significando el liderazgo de todas las clases oprimidas, que debe ser ejercido por la clase proletaria, como forma de destruir la hegemonía burguesa, hacer evidente la conciencia de clase, e iniciar la revolución que destruirá el estado burgués.

Ambos conceptos hegemónicos se estructuran bajo una sola categoría analítica, en la idea que una clase “de vanguardia” proyecta hacia las demás su influencia para el logro de sus fines ideológicos, económicos, culturales y políticos; sea esta vanguardia la burguesía ejerciendo la opresión sobre las demás clases, sea el proletariado ejerciendo el liderazgo de las demás clases subalternas. En ambas concepciones, el factor clave que determina la existencia de hegemonía es el consenso. En el esquema hegemonía-dominación, el consenso está determinado por la creencia (fe, esperanza) en la forma de estado democrático liberal burgués, con la “ilusión” (real) de que en la democracia todos los ciudadanos se igualan sin importar la clase a la que pertenezcan o la manera en que articulan sus relaciones en la matriz del modo de producción capitalista. Esta esperanza en la capacidad de alcanzar el gobierno y producir el socialismo de forma pacífica que tienen las clases oprimidas, generó, ya en el siglo XIX, la tendencia socialdemócrata, y en el siglo XX, el llamado “togliattismo” en Italia, alejando a las masas de la revolución y cumpliendo la función de reproducción de las relaciones de producción capitalista que mantienen la opresión de los trabajadores. En el esquema hegemonía-liderazgo, el consenso se encuentra en que la clase proletaria pueda lograr que las demás clases logren la conciencia de clases y hagan suyas las ideas de la vanguardia proletaria. La unión de las clases subalternas se da en el marco de la concepción del “Frente Único”, que Gramsci propugna desde la cárcel. Todas las clases oprimidas deben formar un nuevo “bloque histórico” donde se aúnen las ideas y reivindicaciones de las diversas clases (proletaria, campesina), para lograr la unidad y conseguir el socialismo por medio de la revolución, bajo la conducción de la clase proletaria y marxista.

Estas hegemonías se dan, en el mundo occidental adelantado e industrial, en el marco de lo que Gramsci llama de manera metafórica la “guerra de posiciones”, en la cual las dos principales clases sociales en pugna, la burguesía y el proletariado, buscan cada una a su vez construir su propia hegemonía y destruir la contraria. El proletariado, construyendo la hegemonía-liderazgo sobre las demás clases subalternas a través de la creación de la conciencia de clases y de la necesidad de realizar la revolución y crear el socialismo, con lo cual se logra destruir la hegemonía-dominación con que la burguesía reproduce el esquema de dominación. La burguesía, manteniendo la hegemonía-dominación a través del liberalismo y la democracia, con los cuales la socialdemocracia puede acceder al gobierno y llevar a cabo su programa de reformas tendientes al socialismo de manera pacífica, idea con la cual la burguesía destruye la hegemonía-liderazgo del proletariado socialista sobre las masas oprimidas. El problema de este esquema democrático es, nos dice Perry Anderson, que “la experiencia nos muestra que estas elecciones nunca producen un gobierno socialista. (…) dedicado a la expropiación del capital y a la realización del socialismo” (1) , debido a que se da dentro del marco de la dominación burguesa, del consenso que obtiene de las clases oprimidas.

El marco teórico-político en el que Gramsci ubica este análisis de las hegemonías se da en una situación general diferente de la que existía en Rusia al momento de la revolución. Esta guerra de posiciones por la construcción-destrucción de las sendas hegemonías puede ocurrir solo en sociedades que se han desarrollado complejas y organizadas, donde la “sociedad civil” crece hasta ser tan importante como el estado, pudiendo determinar la táctica del consenso para el mantenimiento del status quo capitalista. La hegemonía-liderazgo, sin embargo, sólo puede soñar ser construida si se dan las condiciones de existencia de una crisis orgánica de la sociedad capitalista y del capitalismo mismo, como la existente en Europa central y occidental en general y en Italia en particular tras la primera posguerra. Sólo bajo la influencia de esta crisis (de consenso) puede ocurrir el llamado “bienio rojo” de 1919-1920 en Turín. La crisis orgánica genera las condiciones para la construcción de la hegemonía proletaria, de la toma de conciencia de clase de los obreros. Así, la crisis orgánica, parte de la crisis final del capitalismo (inevitable para Marx, Lenin, etc. – pero que no parece llegar nunca), es fundamental como parte de la estrategia de guerra de posiciones.

También, al guerra de posiciones sólo puede librarse en el marco de la formación de “un nuevo bloque histórico” entre las clases subalternas, bajo la dirección del proletariado. Sin este bloque histórico, integrado por la pequeña burguesía intelectual, el campesinado, los obreros rurales y el propio proletariado, no hay manera de oponerse a la hegemonía burguesa. Este bloque histórico, para luchar en la guerra de posiciones, Gramsci lo estructura como un ejército, con altos mandos en forma de elemento de cohesión, mandos medios y masa (símil soldadesca) de individuos penetrados en el interior de las instituciones que conforman la sociedad civil. Establece asimismo una relación orgánica entre gobernantes-intelectuales y masa, que al convertirse en una relación de comprensión permite que los dirigentes sean realmente representativos de sus dirigidos. Esta cohesión, comprensión es objeto de la hegemonía como dirección o liderazgo por parte de la clase proletaria.

En cuanto a las antinomias, la misma manera en que Gramsci plasmó sus ideas es responsable de ellas. La forma en que pasaron sus trabajos a la posteridad, como cuadernos donde iba día a día escribiendo su pensamiento, a medida que se desarrollaba, hace que hoy en día sea difícil comprender cuáles son las ideas concretas, delineadas en una obra coherente, de Gramsci. Y esto ocurre debido a las condiciones: preso, bajo censura y enfermo. Antonio Gramsci no pudo, no quiso, no lo dejaron organizar sus ideas desarrolladas en casi diez años de escribir en prisión en un todo coherente, limado ya de los diversos desarrollos que su pensamiento hubiese tenido. Es así que, cada intérprete puede tomar los conceptos y frases que desee para delinear su propio Gramsci, distinto necesariamente (pero no necesariamente) de los otros. LA antinomia de Gramsci, la que domina toda su obra, es la relación entre Estado y Sociedad Civil. Perry Anderson consigna en forma clara los tres “estadíos” que tiene el concepto de estado y sociedad civil en el Gramsci de la prisión: la relación equilibrada entre estado y sociedad civil, el estado como superficie exterior de la sociedad civil, y el estado como sinónimo de sociedad civil.

En la primera definición de la relación, el estado y la sociedad civil son dos ámbitos (superestructuras, para usar un término más común) independientes e igualmente parte del esquema de dominación capitalista. En este modelo, la hegemonía debe distribuirse entre ambos, convertida en una combinación de consenso y coerción. Esta forma de hegemonía, influida seguramente por la acción del fascismo sobre la sociedad civil como forma coercitiva de la burguesía para lograr la dominación en la esfera de la sociedad civil. Anderson, que disiente con la idea de coerción en la sociedad civil, dice que “el ejercicio de la represión está jurídicamente ausente de la sociedad civil” (2). Anderson obvia que la coerción en la sociedad civil no puede, efectivamente, ser jurídica, pero existe. La actuación de los arditi durante el ascenso del fascismo al poder lo prueba, así como muchos otros ejemplos (como la coerción ejercida por muchas instituciones privadas de la sociedad civil sobre sus miembros durante la dictadura 1976-1983 en la Argentina), que dan muestra de ello. La hegemonía como coerción + consenso, visto de una manera que influye tanto en el estado (donde el consenso estaría presente en los parlamentos y tribunales, por ejemplo) como en la sociedad civil, (en que la coerción aparece como aleccionamiento en el ámbito de la educación, o en la policía, considerada esta como una institución de la sociedad civil) es parte de esta manera de pensar la relación entre ambos ámbitos.

La segunda definición está dada por ver al estado como la “trinchera exterior de la sociedad civil”, como la fachada de ésta que se presenta como el núcleo duro de la sociedad capitalista. En esta visión, el consenso es propio de la sociedad civil y la coerción del estado, estando ambos en contradicción: coerción es lo opuesto a consenso. Es aquí que aparece clara la diferencia entre Oriente y Occidente, estructurada alrededor del tamaño e influencia del estado. Gramsci dice que la revolución à la rusa no puede darse en occidente dado que, aún si se logra tumbar al estado, estará allí detrás la sociedad civil como sostenedora del consenso que mantiene al capitalismo dominante. Es aquí dónde encuentra lugar la guerra de posiciones, como paso previo a dar para destruir la hegemonía-dominación y poder dar el paso a la revolución disolutiva del estado (capitalista).

La tercera concepción, en que el estado es sociedad civil y viceversa, como asimismo es coerción y consenso una sola cosa. Se puede pensar que esta concepción se basa en la idea que toda ideología existente dentro del sistema capitalista (y aquí el consenso sería parte de esta ideología) es, en definitiva, violencia y parte integrante de la coerción que subyace en el estado. Entonces, el consenso es una “máscara” de la coerción, que utiliza la burguesía en las instituciones “privadas” de la sociedad civil, que serían sólo indentaciones del estado en las sociedades complejas occidentales.

Este recorrido ideológico que hace Gramsci en sus cuadernos de la cárcel es la base de toda interpretación y misinterpretación que se ha querido y se quiera hacer de su pensamiento. Hizo falta una inexistente ordenación de las ideas gramscianas por el propio Gramsci, para evitar este desorden que ha generado (3).

Es este desorden el que genera el hecho que Gramsci haya sido utilizado en diversos usos de acuerdo a qué parte, cuando y, por sobre todo, cómo, con qué idea, se le lea. En su obra (4), Portantiero identifica dos usos principales: como ideólogo del “togliatismo” del PCI de posguerra, devuelto moderado por su cercanía a la victoria en las urnas (que Portantiero considera “una reedición de (…) [la política] socialdemócrata alemana en vísperas de la primera guerra mundial”(5) ); o como ideólogo de la revolución espontánea, el conciliarismo originado en su experiencia en el bienio rojo. Aún una lectura de Gramsci podría alentar al grupo trotskista a verlo como promotor de la “revolución permanente” (y pensando en el concepto global de guerra de posiciones, no parece descabellado), cuando Gramsci define: “la fórmula cuarentaiochesca de la “revolución permanente” es sometida a una reelaboración, encontrando la ciencia política su superación en la fórmula de ´hegemonía civil´(6)” . Este pasaje, de acuerdo a quien lo lea, puede entenderse como que la reelaboración de la revolución permanente en hegemonía civil es una continuación en Gramsci del pensamiento trotskista, o por el contrario, decidir la primacía del “concepto” superación, de forma de interpretar el pasaje como contrariando el concepto trotskista. No sabremos nunca cual era la realidad del pensamiento gramsciano, más allá de sus marchas y contramarchas originadas en las particulares condiciones en que las plasmó en papel, y por sobre todo, por la falta de una obra organizativa de las ideas que hubiese salido de la mano del propio autor.

(1) Anderson, Perry, “Las antinomias de Antonio Gramsci”, en Cuadernos del Sur, Número 6, págs. 85 y 86. Octubre 1987, Ed. Tierra del Fuego, Buenos Aires.

(2) Anderson, Perry, op. cit., pág. 91.

(3) De acuerdo con lo que he podido leer en la bibliografía, podría decir que la relación entre estado y sociedad civil es consecuencia del desarrollo histórico de las sociedades occidentales. El estado todopoderoso que dominaba la sociedad civil “primitiva y gelatinosa” propio del Oriente ruso, fue realidad en la Europa occidental feudal y renacentista, anterior a que la burguesía ascendente fuera creando las instituciones de la sociedad civil que hacen al Occidente tan complicado. Sin embargo, la base siguió (y sigue siendo) el estado, que dejó de ser autocrático para pasar a ser democrático y liberal. Se puede ver en esto (quizás cerrando un ojo) que los tres conceptos de relación estado - sociedad civil tienen base: la sociedad civil como avanzada del estado tomado por la burguesía, que también puede entenderse como la sociedad civil burguesa deglutiendo al estado autocrático, convirtiéndolo en su trinchera exterior, pero que contiene asimismo la idea de sociedad civil como un complejo aparte del estado. Las tres concepciones pueden ser vistas desde esta óptica, más allá de que yo concuerde más con la segunda, en que la creciente sociedad civil burguesa absorbió al viejo estado autocrático convirtiéndolo en un estado liberal. Eso es la democracia.

(4) Portantiero, Juan Carlos, “Los usos de Gramsci”, 1987, Plaza & Janés, México.

(5) Portantiero, Juan Carlos, op. cit., pág. 67.

(6) Anderson, Perry, op. cit., págs. 69 y 70.
 
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lunes, noviembre 13, 2006

Qui le croirait! on dit, qu'irrités contre l'heure
De nouveaux Josués, au pied de chaque tour
Tiraient sur les cadrans pour arreter le jour
.

citado por Walter Benjamin,
en la quinceava Tesis de Filosofía de la Historia.


C'est comme dire:

Quien lo creería! se diría, que irritados contra la hora
Los nuevos Josués, al pie de cada torre
Tiraban contra los relojes para detener el día.


Esto es solo un aperitivo. Hasta pronto.
 
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Esta semana en Soy un desastre...
Como en estos días estoy leyendo mucho para estudiar y rendir tanto teoría sociológica como teoría política (y después tendré que hacerlo para el trabajo final de la electiva de metodología de la historia), no puedo andar postiando mucho, asique les presentamos la
Primera Semana Intelectualoide en Soy un desastre,
asupiciada por la Adorno Faundéiyon para la contemplación elitista y en solitario (pajera) del Arte (Kunst).

En este marco (Polo), se presentará ante el amable público por lo menos dos (2) trabajos que he presentado en la facultad y de los cuales me siento orgusshhhosssssoo.

No se me aburran mucho.
 
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jueves, noviembre 09, 2006
La felicidad es una foto

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miércoles, noviembre 08, 2006
De obligación, pragmatismo y circunstancias


(...) porque la fortuna es femenina y, como mujer, la domina quien la obliga y no quien la respeta...


Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, cap. XXV.





La semana pasada cuando terminaba de leer El Príncipe para la facultad, me encontré con esta frase que me dejó pensando. Cuanta razón tiene Maquiavelo! Me impresiona como una persona puede poner en palabras tan crudas verdades tan universales. Sin embargo, cualquier mujer seguramente saltaría para oponerse por el temita ese de la dominación y el respeto. Pero acá hay que aclarar que don Niccoló perteneció a una época diferente de la actual, y por lo tanto s'expresa en términos usuales para su época. Y, aún, esto no significa que Machiavelli tuviera poco concepto de la mujer. No. Es imposible que él, como tantos grandes pensadores de la historia, siendo inteligentes como fueron, no tuvieran dos dedos de frente como para saber que la mujer es lo más importante en todo el mundo -- hasta el punto en que todo el universo masculino gira alrededor de ellas, por algo es.

Cuando Maquiavelo dice obligarla no está de ninguna manera queriendo decir forzarla, no. Quiere decir que el hombre debe poner a la mujer en la obligación de tomar una decisión, y que el que no lo hace y la "respeta", no obtiene nada, no la "domina" -- que tampoco quiere decir dominar en el sentido "bélico" de la palabra. Es cuestión de gramática coyuntural. De otras épocas. Es, en algún sentido, hipocresía, pero dada por las circunstancias.

Thomas Hobbes fue, en su época, reconocido como un ateo por los círculos ilustrados contemporáneos (a él), hasta el punto que la iglesia prohibió su obra Leviatán justamente por esta razón. Sin embargo, debido a esta gramática coyuntural, y a la necesidad de adaptarse a las circunstancias, lo que él escribe en su libro dista mucho del ateismo. Dice, en un párrafo (no textual):
Sólo los necios pueden negar la existencia de dios

Por qué un ateo puede llegar a escribir esto? Porque no puede hacer otra cosa en esa época. Y porque Hobbes tenía una ideología política determinada que lo llevaba a decir esto: para él, ideólogo del despotismo ilustrado, el soberano es absoluto e incuestionable, y por ende, la religión del soberano debe ser la religión del estado y sus súbditos. Así, si el soberano decide cambiar de religión, todos sus súbditos deben hacer lo mismo. Hobbes era sobre todo, pragmático.

Pragmatismo que le faltó a Thomas More (Tomás Moro), autor de Utopía, alto funcionario de Inglaterra y amigo personal de Enrique VIII. Moro, en medio de la reforma anglicana en su país, se mantuvo fervientemente católico, rechazando la nueva religión instaurada por su rey. Y, por esta falta de pragmatismo, puso a Enrique - su amigo - en la situación de tener que ajusticiarlo por esto. Es decir, Tomás Moro obligó a Enrique a ejecutarlo. Lo cual de ninguna manera significa que lo forzó a la pena capital, sino que puso a Enrique en la obligación de decidir que hacer con él. Y Enrique, como era de esperarse, la decisión que tomó fue la de ajusticiarlo.

Y con esto volvemos al principio. La concepción cíclica del mundo, que le dicen. Qu'en definitiva el mundo es redondo y siempre se vuelve al punto de partida.

No hay que tenerle miedo a las palabras, sino a las circunstancias.

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viernes, noviembre 03, 2006
Atrapado en una calesita manejada por un loco
El mundo da vueltas y vueltas, no parece que vaya a parar, y vos como loco arriba siguiendo la inercia, razonás que el mundo en realidad, por más vueltas que de, nunca va a llegar a ningún lugar. Original, estoy. Uno es un Snoopy, acostado sobre su casilla, mientras soles y lunas alternan lugares, día tras día, sin que pase nada de nada. Aunque si pasa. Lenta pero imperceptiblemente, te estás poniendo viejo, loco. Y te vas dando cuenta de a poquito. Con cada traza de "que viejo estoy", echás un gritito. Mínimo, ultrasónico - los perros cerca tuyo seguro lo escucharon, por eso los aullidos, vîte. Pero la vida te los va tirando de a puchitos, para que te vayas acostumbrando y no haya una epidemia de suicidios de tanto en tanto - natura é sabia.
Esto no te lo vine a descubrir ahora, eh. No. Me di cuenta a los 17. Mirando alrededor, a mis amigos d'entonces. Ibamos a jugar al fóbal, y después de estar un rato tirados en el pasto, tomando algún líquido, nos levantábamos despacito y se escuchaba como música de fondo las voces de todos diciendo "uuuhhh", "aiaaa" y demases. Nos dolía todo y nos levantábamos como viejos, quejándonòs, pero sin exagerar. Fue entonces que llegué a mi primera verdad universal:







Uno empieza a ponerse viejo cuando se es muy jóven.





Ahora bien, vayamos por partes. Una cosa es una cosa y otra cosa son tres botas (o algo así). Que te estés poniendo viejo (si, no mirés al de al lado, si, vos) no signifca que vayas a ser viejo. Yo nunca seré viejo. Espero no convertirme nunca en viejo. Llegué a casi 28 sin dejar de ser comunista (sin exagerar, sin ser del partido, ni ser fanático, ni volver locos a los que me rodean citándolès ni a Marx ni a Lenin ni a Trotsky ni a Marcuse, un comunista orgánico) ni ladearme ni un cachito hacia la derecha, como dicen que ocurre cuando uno entra en años -- ver: la película Los edukadores. No es que esté seguro tampoco, tengo grandes esperanzas de seguir siendo jóven aún a los ochenta, pero no soy futurólogo tampoco. Lo que se, es que no seré viejo mientras siga usando mochila (fuente). Mientras vaya por el mundo con una mochila colgada de mi hombro derecho, se que soy jóven.

Dedicado a Marcela O., cultora del infantilismo o peterpanismo... espero que vayamos a las hamacas cuando tengamos 80, Marce... :D

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suspiro exagerado de Juansolo como a las 19:52 | Permalink | 4 comentarios
Ya van a ver... Uyyy... cuando vean...
Ya van a ver... estoy preparando no uno, no dos, sino tres (3) - si, ese, el número que viene antes del cuatro - posts pulenta - pulenta. O por lo menos harina fortificada con hierro. Ya van a ver...

Mientras tanto, entreténgansè con la imagen de este puerquito... ;P

 
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