jueves, febrero 15, 2007
Uomini di mare
Los tres hombres miraban el horizonte. El sol se ocultaba detrás de ellos y las luces y sombras jugaban sobre las llanuras que comenzaban a extenderse más allá de los montes donde se encontraban. En la cima del monte Falciano la Armada de San Marino había construido la sede del Centro Naval, desde la cual podía verse el mar. Y en el mar se fijaba la vista de los tres hombres, vestidos con sus respectivos y orondos uniformes de hombres de mar. El mar los llamaba: esa línea azul borrosa en el horizonte, que era todo para ellos. Tras unos minutos en silencio, el Almirante Mespantalacqua se volvió hacia el interior del recinto, casi encallado en la pared rocosa della collina. "Señores," dijo a sus acompañantes, "la vida del marino es sacrificada". "Salud a eso!" respondieron al unísono alzando sus copas de cognac el Comodoro Pavuralmare y el Capitán Mareggiato, y acto seguido apuraron el contenido de sus copas por sus gargueros. "Pero en etos tiempos la marina internacional se ha vuelto aventurera" reflexionó el comodoro. "Es verdad!", dijo enfáticamente y con cara de preocupación el capitano, "el año pasado crucé el océano hasta gli Stati Uniti en un buque italiano, y no pueden creer los riesgos que están tomando!" "Creamè que hoy en día puedo creer cualquier cosa, como que se aventuran directamente en mar abierto en vez de la actitud cautelosa y responsable de viajar con la visión de tierra, sea a babor, sea a estribor..." sentenció el almirante acomodándosè cuidadosamente en su sofá centenario. "Y es así!," se indignó el capitán, "yo no se como año a año no se pierden más naves... estuve..., estuve...." titubeó un momento, mientras sus compañeros lo miraban comprensivos, adivinando lo que le había pasado al pobre de Mareggiato, "...todo el viaje tomado a la baranda de estribor. No se si me hago entender..." "Por supuesto, Mássimo," le conceció el comodoro, "a todos nos ha pasado..." "Más de una vez!" dijo riendo a carcajadas el almirante, mientras se extendía con todo su cuerpo para tomar la botella de brandy que estaba en la mesita al lado suyo.
Mientras las luces del día se extinguían, los tres centrados marinos siguieron con deleite y risas su acostumbrada conversación diaria, allí en el Centro Naval de San Marino, en la cima del monte Falciano...

To be continued...

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suspiro exagerado de Juansolo como a las 12:23 | Permalink |


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