El maestro Tsinq observaba con fruición a través del cristal del ventanal del gimnasio que miraba al jardín. La nieve cubría todo el verdor que alguna vez tuvo y que volverá a tener. Detrás suyo, el discípulo Hwang practicaba Tai chi con una espada. El aire al atravesar el filo, generaba un ligero zumbido constante, debido al lento pero incansable movimiento de Hwang.
El filo de la espada
es el terror del desvalido.
Pero la mano del hombre justo
es el seguro del ignorante.
El maestro se dió vuelta y, mientras veía los movimientos de su discípulo, le preguntó:
Y como sabes,
que la espada la esgrime
un hombre justo?Sin mirarlo ni detener su ejercicio, Hwang le respondió que
No sabes,
por eso es
que hay terror
en los desvalidos.
El maestro siguió observando a su discípulo, mientras, con un esbozo de sonrisa, pensaba en que veía a un hombre justo con su mano en la espada.
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