jueves, diciembre 14, 2006
El jardín del otoño: senderos
El maestro Tsinq se paseaba contemplativo por el jardín. A poco de caminar, observa a su discípulo Hwang en posición de loto sobre el césped meditando fijamente sobre la rama de un árbol que se acercaba al suelo. La rama era hermosa y llena de hojas, algunas de las cuales, por efecto del otoño que avanzaba a grandes trancos en esa parte del mundo, estaban secas y marrones, pero conservavan aún su perpetua belleza. Ambos, maestro y discípulo quedáronsè por largo rato contemplando y meditando sobre la rama del árbol y sus hojas mortales. En medio de la quietud zen, una hoja se desprendió y zigzagueando lentamente se avecinó al suelo y sus congéneres que en él ya descansaban.

Una hoja cae,
y una lágrima
la acompaña.

Por qué la lágrima,
si hay muchas más hojas,
en la rama, en el árbol?


Porque todas,
tarde o temprano,
la seguirán.

El maestro quedó en silencio y alzó sus ojos hacia el cielo. Y así, mirando el azul profundo y límpido, comenzó a caminar, desentrañando los diversos senderos que la reflexión de su discípulo había puesto en luz, pensando en cuáles de esos senderos escribiría por la noche en su libro de los brillos eternos. El sol caía y la lágrima en la mejilla de Hwang se secó, pero su surco quedó grabado por debajo de su alma.

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suspiro exagerado de Juansolo como a las 13:17 | Permalink |


1 Comentarios:


A las 12:36, a Anonymous Anónimo le chifló el moño.

Muy lindo...