Marzo de 2032: El Hombre conquista Marte. La Mujer no. "Es muy lejos," dice "y hay tantas cosas que hacer en la Tierra". El Hombre instala sus bases, recorre el terreno, escribe relatos de sus descubrimientos, investiga extraños fenómenos, limpia las bases, se toma un café irlandés, trata de cultivar vegetales hidropónicos, vuelve a limpiar sus bases, se aburre. Se siente solo. "No es bueno que el Hombre esté solo", piensa, y mira al cielo esperando que baje dios a crearle un sustituto de la Mujer. No pasa nada.
Abril de 2032: El Hombre abandona definitivamente la conquista de Marte. La Mujer lo recibe con mates. El Hombre cuenta durante horas sus hazañas a la Mujer: las cosas que vio, los peligros que corrió, los extraños fenómenos que persiguió, los resultados (magros) de sus cultivos hidropónicos. La Mujer lo escucha atentamente, fingiendo profundísimo interés. A la noche, el Hombre y la Mujer se acuestan a dormir. El Hombre piensa que bueno que he vuelto. La Mujer se duerme pensando que era hora que volviera. Ambos duermen sonriendo.
Mayo de 2032: El Hombre comienza con sus planes para la conquista de Júpiter, ya que "es el paso lógico luego del éxito de la conquista marciana". La Mujer le pregunta "hace falta?", mientras pone la pava al fuego. Por supuesto, el Hombre responde que si.