Las danzas humanas se suceden al infinito, uno por otra, otra por el tercero, así siguiendo un orden secuencial demencial y horrible hasta que por un caso especial se corta de alguna manera (y así hasta el infinito...). Mucha gente se engaña pensando en liberalidades que solamente esconden conservas del pasado que no quieren ser reconocidas ni salir a la luz. Muchas veces uno está confundido por los propios y extraños recovecos neuronales. Los sesos tienen esa forma como una manera de ejemplificar la complejidà extrema del ser humano, que no es racional ni lo será nunca debido a la subjetividà a que lo fuerza la necesidà de ser reconocido en sus semejantes. Es en esa eterna danza hacia lo desconocido e intangible donde nos perdemos en la oscuridà que nos genera el otro que, enceguecidos por una falsa luz que brilla en una dirección distinta a la que estamos nosotros, no podemos ver las luces que sí caen directamente en nuestros seres, como reflectores que nos siguen a todas partes. Algunas veces podemos apartar los ojos de esa falsa luz y ver alrededor. Entonces quedamos más confundidos aún. Es que nos descubrimos en una maraña de luces que se cruzan, y no podemos darnos cuenta de cuales nos iluminan y cuales no.

Pienso que la vida es un enorme teléfono descompuesto.

Posdata: No estamos profundamente cansados del falso franchute de la publicidà de Danette?